A Text Widget

Con este blog pretendo rellenar los huecos de este apartamento\"apartamiento" de hastío, absurdidad y diminutos espacios de imágenes, palabras y sonidos. Quizá este blog -como apartamento\"apartamiento" de espera de espacios vacíos- sólo gire en torno a una imágen de Stroszek subiéndose a un teleférico extranjero mientras su coche gira sin parar, mientras unos animales reales empiezan a bailar dentro de máquinas siguiendo simples melodías. Puede que Stroszek se monte en el teleférico para, simplemente, llegar al apartamento\"apartamiento" de C.C. Baxter y jugar una continua partida de cartas sólo, mientras Baxter espera en la cocina con una raqueta de tenis a que la pasta esté preparada. Quizá no. Puede que no; puede que sólo se quiera ir con su escopeta.
Éste es el blog como edificio. Lo demás irá apareciendo, y sólo será una prueba de reconocimiento de este espacio deshabitado, de este apartamento\"apartamiento" de cotidianeidad.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Retrato de hombre que ya no vive

Vagabundo visto por Brassaï
Hoy me he despertado tarde. Tenía sueño atrasado -atraso de cinco días-. Lo primero que he hecho ha sido fumarme un cigarro mientras veía caer la lluvia por una de las ventanas de mi  piso de cincuenta metros cuadrados. Apenas había gente caminando. Acaso tres o cuatro personas. Nadie disfrutando de la lluvia. 
Dos horas antes me desperté con la voz de una pareja de policías. Hablaban con alguien que apenas podía levantar sus dos pies del suelo. Estaban en el tercer piso, el mismo sobre el que se apoya mi apartamento. Al parecer, la tercera persona era un vagabundo. Había entrado por el portal simplemente para guardarse del frío y de la lluvia, que en la noche pasada se convirtieron en individuos atroces. Había dormido medio desnudo. Vi cómo se subía los pantalones. Apenas podía. Lo echaron. No le pude ver la cara.
Una hora después bajé a la calle para comprar el pan. Dos tramos de la escalera estaban protegidos de las pisadas por charcos líquidos. No supe -y nunca sabré- si eran prodructo del agua de lluvia filtrada por una gotera o eran orina -ya fría- del único inquilino -por desgracia fugaz- del portal número 54-56 -donde mi cuerpo vive- con el que me hubiera interesado charlar o invitar a mi apartamento -los demás apenas merecen la pena-.
A las cuatro de la tarde, empecé un nuevo relato. El argumento está claro. Cuando lo acabe puede que lo pase a este apartamento.