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Con este blog pretendo rellenar los huecos de este apartamento\"apartamiento" de hastío, absurdidad y diminutos espacios de imágenes, palabras y sonidos. Quizá este blog -como apartamento\"apartamiento" de espera de espacios vacíos- sólo gire en torno a una imágen de Stroszek subiéndose a un teleférico extranjero mientras su coche gira sin parar, mientras unos animales reales empiezan a bailar dentro de máquinas siguiendo simples melodías. Puede que Stroszek se monte en el teleférico para, simplemente, llegar al apartamento\"apartamiento" de C.C. Baxter y jugar una continua partida de cartas sólo, mientras Baxter espera en la cocina con una raqueta de tenis a que la pasta esté preparada. Quizá no. Puede que no; puede que sólo se quiera ir con su escopeta.
Éste es el blog como edificio. Lo demás irá apareciendo, y sólo será una prueba de reconocimiento de este espacio deshabitado, de este apartamento\"apartamiento" de cotidianeidad.

jueves, 11 de noviembre de 2010

William Eggleston: realismo de colores -y, también, de des-echos-.

Rostro de William Eggleston

 No tengo mucho que decir de este fotógrafo que parece poseído por el espectro faulkneriano de la América profunda. Sólo que disfruteis de una realidad, la realidad de Eggleston, maestro del color y de la maravillosa y bella rutina de la basura, de los coches, de las parejas, de los ancianos estadounidenses.

Existe una libertad




 La elegancia en un bordillo


Desnudos de cuerpo y de metal

Espera después del cine

Comida en asientos rojos

Lo que hay debajo de una cama no son monstruos, son zapatos

Juguete roto

Primeras lecturas

El revés del olvido

Un café y dos cigarros

Un altar de América

Al borde del camino

Media televisión dentro de un espejo

Comidas separadas

La libertad de una bicicleta

Caminos que se juntan en la sucursal de un banco



El lunes vi de nuevo 71 fragmentos de una cronología del azar de Michael Haneke. He vuelto a no asegurarme de la veracidad del título. Y vuelvo, dos noches después a hacerme la misma pregunta, "¿Serán setenta y uno los fragmentos?". Tendré que verla otra vez -por tercera vez- para averiguarlo. De lo que estoy seguro es de que los sujetos de la película volverán a tropezarse con el absurdo azar; maldito movimiento del mundo.




El realismo sucio del director vuelve a centrarse en el hastío y rechazo del mundo, en la violencia que no cesa por ser natural "de necesidad". La sangre no solo mana de los cuerpos que mueren; también de aquellos que sin morir quedan muertos por fuerzas de soledad, abandonamiento y espera.




Y, por supuesto, Haneke vuelve a intentar irritarnos con planos largos, muy largos; aunque no lo suficiente como para renegar de ellos. Son pura imágen de rutinas, siempre descarnadas bajo la atenta mirada de un director que observa -y presta sus ojos- con frialdad -casi inhumana-, distanciamiento -casi temible- y documentalidad -¿será el banco que hace esquina con nuestra esquina?- la vida de una decena de individuos hastiados, molestos, iracundos, tristes, finales.
Quien no la haya visto que intente verla; quizá durante 71 fragmentos se sientan cansados de ser hombres; aunque no lo suficiente como para dejarse llevar por el maldito azar.