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Con este blog pretendo rellenar los huecos de este apartamento\"apartamiento" de hastío, absurdidad y diminutos espacios de imágenes, palabras y sonidos. Quizá este blog -como apartamento\"apartamiento" de espera de espacios vacíos- sólo gire en torno a una imágen de Stroszek subiéndose a un teleférico extranjero mientras su coche gira sin parar, mientras unos animales reales empiezan a bailar dentro de máquinas siguiendo simples melodías. Puede que Stroszek se monte en el teleférico para, simplemente, llegar al apartamento\"apartamiento" de C.C. Baxter y jugar una continua partida de cartas sólo, mientras Baxter espera en la cocina con una raqueta de tenis a que la pasta esté preparada. Quizá no. Puede que no; puede que sólo se quiera ir con su escopeta.
Éste es el blog como edificio. Lo demás irá apareciendo, y sólo será una prueba de reconocimiento de este espacio deshabitado, de este apartamento\"apartamiento" de cotidianeidad.

viernes, 18 de noviembre de 2011

lunes, 31 de octubre de 2011

3ª Lista de reproducción (31 octubre - ...): algunas canciones para mi funeral (me olvido de muchas)

Sin pensar apenas me han venido a la memoria estas canciones para mi funeral -lagarto, lagarto-. Se me olvidan muchas, demasiadas. Demasiados grupos, cantantes. Lo remediaré en futuras listas.


Enlace a la lista en Grooveshark

viernes, 28 de octubre de 2011

Road movie con el cerebro de Einstein // Cerebro omnipresente // Fragmentación cerebral


Cerebro de Einstein en 1957. Fotografía captado por Thomas Harvey, quien realizó la autopsia al físico.
También robó el cerebro.

Ayer noche, mientras buscaba información sobre Albert Einstein, encontré una historia extraña, real, misteriosa; y varios vídeos. Tanto en la noticia como en los vídeos se relata la historia del cerebro -también de los ojos- de Einstein desde que éste murió. Su robo, sus peripecias dentro de un tarro lleno de formol, su relación con los escalpelos y los cuchillos de cocina, sus amistades dentro del círculo científico, su paso por Las Vegas y su visita a William S. Borroughs. La historia -totalmente real- no tiene desperdicio -¿por qué Terry Gilliam no ha hecho una película sobre la ella?-. Debe conocerse. Y todo humano debe ver, al menos, una vez en su vida el cerebro fragmentado de Albert Einstein. A continuación os dejo el texto íntegro -sin las fotos-, que podéis encontrarlo en esta dirección -con las fotos-:

   La noche del 18 de abril de 1955 el patólogo Thomas Harvey empuñó su escalpelo y realizó una incisión en forma de Y sobre el cadáver de Albert Einstein. Con el cuerpo aún caliente encima de la mesa, el doctor extrajo el hígado y los intestinos y halló casi tres litros de sangre en la cavidad peritoneal. A continuación abrió el cráneo con una sierra circular, extrajo el cerebro y se lo llevó a su casa. 

   Durante los siguientes cuarenta años, el destino del cerebro de Einstein se convertiría en una especie de leyenda. La historia del patólogo que había robado el cerebro del genio aparecía de vez en cuando en algún periódico local, sin que nadie conociera a ciencia cierta su paradero.

   En 1996 el periodista Michael Paterniti retomó la historia de Harvey y lo encontró trabajando en una fábrica de plásticos de Kansas. El patólogo vivía en un pequeño apartamento y dormía en una cama plegable. Conservaba el cerebro de Einstein en un tarro de cristal de su cocina y lo había convertido en su obsesión.

   Sin pensárselo dos veces, Paterniti se ofreció a llevar a Harvey hasta California, respondiendo al deseo del anciano de visitar a Evelyn Einstein, y zanjar el asunto devolviéndole el cerebro a la nieta del genio. Y así fue como el periodista y el patólogo se vieron envueltos en una de las peripecias más surrealistas de la historia: un viaje de costa a costa con el cerebro de Einstein en el interior del maletero.

   “Cada vez que paramos en un autoservicio - explica Paterniti en su libro “Viajando con Mr Albert”– siento deseos de gritar: ¡En el maletero tenemos el cerebro de Einstein!” “La idea de que lo tengo ahí detrás, - escribe –, me resulta tan inconcebible y turbadora que no estoy lo que se dice en mi mejor forma para circular por carretera”.

   La novela de Paterniti describe un viaje alucinante a través de Estados Unidos con el cerebro flotando en un tupperware en la parte posterior de un viejo Buick Skylark. Por si le faltaban ingredientes, en el camino visitan a William S. Burroughs, cruzan el Medio Oeste y se pasan por Las Vegas. Durante todo el trayecto se mantiene una constante, la atracción enfermiza que ejerce el cerebro sobre aquellos que le rodean: 
   “Una confesión: - escribe el periodista – quiero que Harvey se duerma… Quiero tocar el cerebro de Einstein. Sí, debo admitirlo. Quiero sostenerlo entre mis manos, acariciarlo, sopesarlo en la palma de la mano, tocar alguno de los quince mil millones de neuronas ahora dormidas. ¿Será su textura como el tofu, el coral del erizo de mar, la mortadela?”
   Como se cuenta en la novela, el magnetismo que ejerció el cerebro sobre su poseedor terminó por destrozarle la vida. Durante los años que siguieron a la noche del robo, Harvey perdería el trabajo y arruinaría su carrera como médico, postergando una y otra vez la prometida investigación que aclararía los misterios de la mente del genio. 
   “Para Harvey el cerebro era como un objeto sagrado – explicaba Paterniti en una entrevista – Vivió con el cerebro de Einstein durante alrededor de cuatro décadas como su salvador y custodio, como el gran guardián del cerebro”.  
   Sin embargo, Harvey quiso compartir su hallazgo y buscó ayuda entre otros expertos. Cortó el cerebro en 240 trozos y los repartió entre unos pocos científicos de todo el mundo con el objeto de que los analizaran. En un último arranque de lucidez, y tal vez de sacrificio personal, Harvey terminó por devolver el cerebro al hospital de Princeton, convencido de que alguien debía ponerlo a buen recaudo (Después de todo la nieta de Einstein nunca llegó a quedarse el cerebro). 
    Paralelamente, al otro lado del Pacífico se gestaba una historia no menos peculiar en torno al cerebro. El científico japonés Kenji Sugimoto, obsesionado con la vida de Albert Einstein, emprendió a finales de los 90 una odisea personal en busca del cerebro del que tanto había oído hablar. La aventura, filmada por el director Kevin Hull para un documental de la BBC, llevó a Sugimoto a recorrer los Estados Unidos en busca de Harvey, hasta que le localizó en su casa de Kansas. 
   Como veréis con vuestros propios ojos, la escena en la que Harvey pesca un trozo de cerebro del interior de un bote de galletas y corta una loncha sobre la encimera de la cocina es uno de esos momentos dignos de ser recordados para el resto de nuestras vidas. 
   Provisto de su preciado trofeo, Sugimoto regresó más tarde a Japón y celebró su éxito en club de karaoke local, donde cantó una canción acompañado del pequeño fragmento de cerebro de Albert Einstein. 
   Cuarenta años después, y una vez analizados los distintos testimonios, parece que la noche en que Thomas Harvey diseccionó el cadáver de Albert Einstein terminó siendo una jornada bastante esperpéntica. Decenas de personas bajaron a contemplar el cuerpo del maestro y quisieron quedarse con un recuerdo. “Cada uno agarró lo que pudo” - explica el doctor Henry Abrams, oftalmólogo personal del científico. Él mismo extrajo los ojos de Einstein y los guardó durante más de 40 años en la caja de seguridad de un banco de Filadelfia. 
   Aún hoy, el doctor Abrams acude una o dos veces del año a la cámara de seguridad del banco y contempla los ojos del genio, con los que asegura experimentar “una profunda conexión”. “Cuando se miran esos ojos, - asegura Abrams– se ve en ellos la belleza y el misterio del mundo. Son claros como el cristal y dan sensación de profundidad”.

Después de la narración de los sucesos os dejos el documental completo, que está producido por la BBC y protagonizado por el científico japonés Kenji Sugimoto (fijaos en la final de la parte seis, cuando canta Sugimoto): 















jueves, 27 de octubre de 2011

2ª Lista de reproducción (27 - ...)

Esta semana he estado escuchando muchos girl groups de los sesenta. Por eso he decidido hacer una lista de reproducción con algunos de esos girl groups, añadiendo otras cantantes de diversos estilos. Toda esta música debe ser reivindicada y adorada. Así sea.

P.D.: por Nico siento predilección. 

lunes, 24 de octubre de 2011

1ª Lista de reproducción: 24 - 27 de Octubre

Sigo elaborando una entrada dedicada a Leonard Cohen. Espero no tardar mucho en publicarla. Mientras tanto he elaborado una lista de 29 canciones que creo no hay que olvidar nunca. Ésta será la primera de las listas de reproducción que iré colgando a menudo en este apartamento -cada tres días, cada semana-. Sólo espero que disfrutéis; al menos espero que disfrutéis con alguna. Aquí la tenéis, os la presento:



P.D.: si queréis escuchar la lista directamente en Grooveshark ésta es la dirección de mi perfil (iré alojando todas las listas en mi perfil de Grooveshark).

martes, 18 de octubre de 2011

Cajón de infamia, luego de de-sastre (o mala estrella)

NOTA INTRODUCTORIA: a continuación no me reiré en ningún momento de los millones de judíos muertos durante el nazismo. No me reiré de los muertos -las verdaderas víctimas-. Tan sólo me reiré - y tendré alergia, como la tengo en este instante- de las falsas víctimas que después del holocausto se levantaron para aprovecharse de los muertos, para lograr el estado de Israel. De este modo, dejo claro mi respeto -y también mi asco-. Quien no lo lea así ya puede empezar a irse al carajo. Un saludo.

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Debo reconocerlo. Alguna veces -quizá muchas- me río de algunas desgracias ajenas. No puedo remediarlo. Casi siempre -por no decir siempre- están involucradas en esas risas la comunidad judía, el genocidio judío y un largo etc. de temas judíos -el tema del cristianismo lo trataré en otra entrada-. Es algo que escapa a mi control. ¡Qué coño! Me encanta reírme del judaísmo y los judíos. 
El pasado sábado de madrugada hablaba con un gran amigo del tema del genocidio. Tras un buen rato hablando serios acerca del problema "judío" en Alemania -sobre todo, el hecho injusto de que los alemanes tengan que seguir pagando un canon a la comunidad judía- llegamos a una conclusión que nos hizo reír durante varios minutos -en el fondo, es una conclusión a la que habíamos llegado otras veces-: el pueblo israelita debería dar las gracias a Adolf Hitler, pues gracias a él ahora tienen su estado. Qué le voy a hacer. No nací rabino, ni victimista, ni con un pelo que cae en ondas hacia el suelo, ni con la intención de batir el record de los 6.000.000 -ya sabéis lo que decía Harry en su desmontamiento: ¿seis millones de judíos asesinados? Los records están para batirse-, ni siquiera dejo de jugar a los bolos en sabath. Así es la vida.
Después de esta historia, no puedo dejar de hablar -porque está bastante relacionado con ella- de un blog genial y necesario de viñetas cargadas de humor negro, verde, y repletas de sarcasmo. Se llama Legajos de infamia. Casi obligatorio entre en él. Dejo dos grandes viñetas de la página:









































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    Pájaro del olvido.- José Ángel Valente


    Pájaro del olvido
    jamás te tuve más cierto en mi memoria.

    Vuelvo ahora
    desde no sé qué sombra
    al día helado del otoño en esta
    ciudad no mía, pero al fin tan próxima,
    donde el sol de noviembre tiene
    la última dureza
    de lo que ya debiera
    morir.
                ¿Y es éste el día
    de mi resurrección?

    Las hojas arrastradas por el viento
    apagan nuestros pasos.

    Llego y ni siquiera sé muy bien quién llega
    ni por qué fue llamado a este convite
    tantos años después.



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- A Serious Epilogue

No Jews were harmed in the making of this motion picture